El cloro es la sustancia más usada en el mundo como desinfectante para el agua de consumo humano. En 1902 se creó la primera planta que empleaba cloro en el proceso de desinfección del agua. Fue en Middlekerke, Bélgica, y desde entonces los organismos responsables replican el método de cloración para mantener la población libre de cualquier afección causada por las bacterias y virus. Protegiendo a las personas de enfermedades como el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea.
El agua potable es la que se considera apta para la alimentación y uso doméstico, y hoy en día parece obvio que ésta no debe contener substancias o cuerpos extraños de origen biológico, orgánico, inorgánico o radiactivo, en tenores tales que la hagan peligrosa para la salud. Muchas reglamentaciones determinan que la cantidad total de Cloro aceptada en el agua potable, para que no sea tóxica, es de hasta los 0,35 miligramos por litro.
Siendo que el cloro es para desinfectar, nos surge naturalmente una pregunta: ¿tomar agua con cloro conlleva consecuencias negativas para nuestro cuerpo?
¿Por qué el cloro nos hace daño?
El cloro es una sustancia activa que tiene la capacidad de actuar como oxidante cuando reacciona con los microorganismos, bacterias y otros compuestos orgánicos e inorgánicos -como nitritos, iones de hierro, plomo y sulfuros-.
Para que logre su función, en las plantas potabilizadoras se le agrega una cantidad excesiva de cloro al agua. No sólo para que sea desinfectada, sino que además permanezca en la solución una cantidad de cloro residual, asegurando que en el trayecto desde la planta al consumidor, permanezca libre de impurezas.
Cuando hay exceso de cloro puede resultar tóxico. Las normativas aplicadas permiten, en general, un valor de cloro libre de entre 0,3 a 1,1 miligramos de cloro por litro de agua y nadie controla los valores en el punto de ingreso del agua a tu domicilio.
Siempre se dice que los excesos son malos, pero tratándose del Cloro en nuestro metabolismo debemos ¡¡¡encender todas las alarmas!!! Por ser una substancia tan activa, un exceso de cloro puede reaccionar con distintos compuestos orgánicos, y aumenta el riesgo de que se produzcan trihalometanos (THMs), que son compuestos carcinógenos para el ser humano.
Los trihalometanos se encuentran en el agua potable como un resultado de la interacción del cloro con materia orgánica natural. Estos estarán presentes mientras el agua contenga cloro o hipoclorito, además de los precursores orgánicos.
Los estudios más recientes sobre la solución de cloro en el agua que bebemos y su mezcla inapropiada con otros elementos puede derivar en graves desequilibrios de nuestra salud tales como:
- Sensibilización o alergias alimenticias.
- Irritación de las mucosas en nariz, garganta y ojos.
- Tos, alteraciones del ritmo respiratorio y/o daño de los pulmones.
- Cáncer, generalmente de vejiga y recto.
- Daños en el sistema nervioso central, los riñones o hígado.
Finalmente, está comprobado que el cloro altera el olor y sabor naturales del agua.
Recomendaciones
Lo ideal es consumir agua de manantial, aquella que aflora directamente desde abajo de la tierra, con las mejores condiciones de salubridad, pero muy pocas personas tienen acceso directo a un surgente de agua de manantial. Si vives en una ciudad, la alternativa es comprar agua embotellada que viene desde una fuente pura y limpia; es importante que en la etiqueta especifique claramente que es “agua de manantial”.
Si no nos queda más opción que consumir el líquido que nos entregan por el sistema de agua potabilizada, es apropiado preguntarse cómo eliminar el cloro del agua potable una vez que la empresa pública/privada que la provee ha hecho su trabajo de desinfección en todo su recorrido por la red.
Se supone que el agua llega a tu grifo libre de bacterias. No obstante, es importante sacarle el cloro antes de consumirla. Una solución sería instalar un filtro purificador de agua en tu grifo. Así, podrás disfrutar de una calidad de agua con 90% menos de cloro, lo que le devolverá su olor y sabor natural.
Se puede optar por la filtración con una buena jarra con filtro de carbón activado (no todas son eficientes y además hay que renovar los filtros a menudo). Otros métodos de filtración que también eliminan el cloro son la ósmosis inversa y los aparatos destiladores (se encuentran modelos que funcionan con electricidad y otros que se pueden poner al fuego en las cocinas de gas).
También existe un método “casero” de quitar el Cloro del agua y es introduciendo en el vaso con agua un pequeño trozo de cáscara de limón, o de manzana o de patata. Ese trozo se convertirá en un imán para el cloro, déjalo reposar en el líquido durante dos o tres minutos, luego quítalo y deséchalo (tiene todo el cloro adherido); el agua estará libre de Cloro y más apta para beber.
A las plantas tampoco les gusta el Cloro. Antes de regarlas puedes dejar el agua en un recipiente durante una hora -por lo menos- para que el Cloro se evapore.
Los impactos del Cloro en la salud, no se ven inmediatamente, son parte de un proceso negativo muy lento, por ello es necesario tomar precauciones. Lo bueno es que todos podemos tomar acción para protegernos y preservar nuestro hogar, tomando las medidas necesarias para seguir disfrutando de un agua de excelente calidad. Como ya lo hemos dicho, el agua es un líquido vital que disfrutamos todos los días.